En plena era digital, en la que la inteligencia artificial, la automatización y la transformación ecológica marcan el rumbo del desarrollo económico y social, persiste una preocupante desconexión entre los jóvenes españoles y las disciplinas científicas y tecnológicas. Un reciente estudio realizado entre estudiantes de entre 14 y 18 años pone de relieve la escasa atracción que despiertan las carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) entre el alumnado de Secundaria y Bachillerato.
Un aspecto notable es que solo el 3,5% de las personas entrevistadas tiene interés en seguir una especialidad relacionada con la tecnología. Este porcentaje disminuye aún más al enfocarse solo en mujeres: solo un 1,5% considera una opción educativa en el área tecnológica. En cambio, las Ciencias de la Salud destacan como la elección principal, especialmente entre las estudiantes, con un 36,5% eligiendo este sector.
La falta de interés en las carreras de ingeniería es notable. Apenas el 14% de los estudiantes considera valiosa esta carrera, y entre las chicas, el porcentaje se reduce a un 4%. Estos números demuestran una diferencia de género profundamente establecida, que se observa no solo en el acceso a las disciplinas STEM, sino también en la autoconfianza y la percepción que tienen las jóvenes sobre su capacidad para afrontarlas.
Uno de los elementos críticos señalados en el estudio es la ansiedad matemática, un fenómeno que impacta al 76% de los estudiantes. Esta ansiedad se manifiesta en inseguridad, aversión y, en numerosos casos, en el abandono de los caminos científicos. Contradictoriamente, las niñas suelen lograr calificaciones más altas en estas disciplinas, pero muestran una confianza en sí mismas considerablemente más baja que los chicos. Apenas un 12% de ellas asegura sentirse confiada con las matemáticas, en comparación con el 19,5% de los varones.
Otro factor importante que influye en esta circunstancia es la carencia de figuras femeninas destacadas en el campo de la ciencia y la tecnología. La falta de ejemplos motivadores restringe las ambiciones de numerosas alumnas, quienes no hallan en su entorno figuras con las cuales sentirse identificadas. A esto se añade una pobre orientación profesional: solamente un 19% de los estudiantes ha obtenido información académica detallada sobre carreras STEM.
El papel del profesorado también resulta fundamental. El informe destaca que los estudiantes valoran especialmente tres cualidades en sus docentes: el conocimiento que poseen sobre la materia (85%), la metodología de enseñanza (84%) y su capacidad de motivar al alumnado (80%). Estos factores son decisivos para despertar vocaciones científicas desde edades tempranas.
En lo que respecta a los aspectos que afectan la selección de una carrera, las alumnas dan mayor importancia a la satisfacción laboral (87,5%), el interés personal en el campo (84,5%) y el salario (77%). A pesar de que factores como la habilidad en matemáticas o ciencias son igualmente tenidos en cuenta, tienen menos peso. Esta clasificación de prioridades invita a meditar sobre cómo replantear el mensaje acerca de las STEM para que se perciban no solo como campos rentables, sino también como herramientas de cambio social y personal.
Cerrar la brecha de género en ciencia y tecnología no solo es una cuestión de igualdad, sino una necesidad estratégica en un mundo cada vez más marcado por la innovación. Para lograrlo, se requiere una revisión profunda de las políticas educativas, así como de los métodos de enseñanza. Entre las propuestas destacadas para revertir esta situación se encuentran la incorporación de modelos femeninos visibles, la mejora de la orientación profesional en los centros educativos, y la adopción de metodologías más inclusivas que reduzcan la ansiedad y potencien la motivación del alumnado.
La transformación digital y ecológica que afrontan las sociedades contemporáneas necesita del talento diverso de las nuevas generaciones. Invertir en una educación STEM más equitativa y atractiva es apostar por un futuro más justo, competitivo y sostenible.