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El PSOE afirma que la cumbre de la OTAN ha fortalecido a Pedro Sánchez: «Puede que la legislatura siga adelante»

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El Ejecutivo central ha descartado por el momento la posibilidad de activar el estado de alarma en Cataluña, a pesar del agravamiento de la crisis hídrica que afecta a la región. Aunque la situación es considerada extremadamente delicada, fuentes del gobierno han señalado que se mantiene bajo control mediante la coordinación entre administraciones, y que no se contempla, al menos por ahora, una medida de excepción como la declaratoria de estado de alarma.

Las declaraciones surgen en un contexto de creciente tensión por la severa sequía que afecta a gran parte del noreste español, en particular a la cuenca del río Ter-Llobregat, que abastece a millones de personas en el área metropolitana de Barcelona y otras zonas urbanas y agrícolas de importancia estratégica. A pesar de las recientes lluvias que han ofrecido un leve alivio, los embalses continúan por debajo de niveles aceptables y las restricciones siguen vigentes para sectores como la agricultura, la industria y el consumo urbano.

Desde el gobierno central se reconoce la “preocupación máxima” por la evolución del fenómeno, aunque se insiste en que las herramientas legales y administrativas actuales permiten hacer frente a la situación sin recurrir a medidas excepcionales. Se ha puesto énfasis en la necesidad de actuar con prudencia y coordinación, respetando las competencias autonómicas y evitando decisiones que puedan ser interpretadas como una intromisión en la gestión territorial del recurso hídrico.

El Ejecutivo ha recordado que el estado de alarma, contemplado en la legislación como un instrumento de carácter extraordinario para situaciones de grave riesgo, debe ser aplicado con criterios jurídicos estrictos y bajo condiciones específicas. Aunque existe el precedente de su uso durante la pandemia de COVID-19, se considera que la sequía, por grave que sea, todavía puede ser abordada con las herramientas ordinarias disponibles en el marco autonómico y nacional.

Las autoridades catalanas han reclamado mayor agilidad en la ejecución de proyectos de interconexión hídrica, nuevas infraestructuras de desalación y ampliación de las plantas de regeneración de aguas residuales, algunas de las cuales cuentan con respaldo financiero del Estado y de fondos europeos. El gobierno central ha reiterado su disposición a colaborar y acelerar estos procesos, pero también ha recordado que la gestión directa del agua es competencia de la administración autonómica.

En paralelo, se ha puesto en marcha un grupo de trabajo técnico entre ambas administraciones, con participación de expertos del sector hídrico, que evalúa escenarios de mediano y largo plazo. Entre las medidas propuestas figuran inversiones en tecnología para el ahorro y la eficiencia, la modernización de redes de distribución, y campañas de concienciación ciudadana sobre el uso responsable del agua.

El efecto de la falta de lluvias ha sido especialmente intenso en las áreas rurales, donde las asociaciones de agricultores advierten sobre pérdidas económicas significativas en sus cosechas y una reducción en la generación de alimentos. Las limitaciones en el uso del agua, junto con temperaturas altas y una primavera inusualmente seca, han causado una situación crítica para numerosas explotaciones agrícolas. Criadores de ganado y productores han reportado problemas para asegurar el agua necesaria para sus animales.

En zonas urbanas, aunque no se han producido cortes generalizados, sí se han impuesto restricciones en el uso del agua para usos no esenciales, como el riego de jardines, el llenado de piscinas o el lavado de vehículos. Las autoridades locales han intensificado las labores de inspección para garantizar el cumplimiento de estas medidas, que buscan evitar una situación más crítica durante el verano.

Por otro lado, los especialistas en el clima están alertando que estos eventos podrían aumentar en frecuencia si no se implementan medidas de política estructural para manejar el agua como un recurso escaso. Indican que, más allá de la crisis presente, es necesaria una perspectiva estratégica que integre la sostenibilidad del agua como un elemento clave en la planificación de infraestructuras, el sistema agrícola, el crecimiento urbano y el uso de energía.

Si bien la declaración del estado de alarma se ha descartado por el momento, se continuará vigilando de cerca cómo evoluciona la situación. El gobierno ha manifestado que, si las condiciones se deterioran, se evaluarán todas las opciones disponibles para el Estado, siempre con el fin de asegurar el suministro de agua a los ciudadanos y reducir al mínimo los impactos económicos y sociales causados por su escasez.

Por Otilia Adame Luevano

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